Cuando los hipócritas se presentan ante ti [¡Oh, Muhámmad!], dicen: “Atestiguamos que eres el Mensajero de Dios”. Dios bien sabe que eres el Mensajero, pero Él mismo atestigua que los hipócritas son mentirosos.
[Los hipócritas] se escudan en sus juramentos para apartar [a algunas personas] del sendero de Dios. ¡Qué pésimo es lo que hacen!
Ello es porque creyeron y luego renegaron, entonces sus corazones fueron sellados y ya no pueden discernir.
Cuando les observas te agrada su aspecto, y cuando hablan prestas atención a sus palabras, pues parecen maderos bien afirmados; pero cada vez que se alza la voz se sobresaltan, porque creen que es contra ellos. Ellos son el enemigo, sé precavido con ellos. Dios les destruirá por haberse desviado tanto.
Cuando se les dice: “Venid, que el Mensajero de Dios pedirá perdón por vosotros”, mueven su cabeza [en señal de burla] y les ves evadirte con soberbia.
[Oh, Muhámmad!] Lo mismo da que pidas perdón por ellos o que no lo hagas, Dios no les perdonará. Dios no guía a la gente corrupta.
Ellos dicen: “No ayudéis a los que están con el Mensajero de Dios hasta que le abandonen”. Es a Dios a quien pertenecen los tesoros de los cielos y de la Tierra, pero los hipócritas no lo comprenden.
Dicen: “Si regresamos a la ciudad [de Medina], los más poderosos expulsaremos de ella a los más débiles”. Pero el verdadero poder pertenece a Dios, a Su Mensajero y a los creyentes, aunque los hipócritas no lo saben.
¡Creyentes! Que las posesiones materiales y los hijos no os distraigan del recuerdo de Dios. Pues quienes se alejen del recuerdo de Dios serán los perdedores.
Dad en caridad parte de lo que os he provisto, antes de que la muerte os sobrevenga y [justo] entonces digan: “¡Señor mío! Concédeme un poco más de tiempo para poder hacer caridades y ser de los piadosos”.
Pues Dios no retrasará el momento fijado para cada alma cuando este llegue, y [sabed que] Dios está bien informado de cuanto hacéis.