Te he concedido [¡Oh, Muhámmad!] una victoria evidente.
Dios te perdonará [¡Oh, Muhámmad!] las faltas que cometiste y las que pudieses cometer, completará Su gracia sobre ti, te afianzará en el sendero recto,
y te dará un auxilio grandioso.
Él es Quien hizo descender el sosiego en los corazones de los creyentes para aumentarles fe a la fe que ya tenían. A Dios pertenecen los ejércitos de los cielos y de la Tierra; y Dios lo sabe todo, es Sabio.
[Dios] introducirá por toda la eternidad a los creyentes y a las creyentes en jardines por donde corren ríos, y les perdonará sus pecados. Este es un éxito grandioso ante Dios.
En cambio, a los hipócritas y las hipócritas, y a los idólatras y las idólatras que pensaban mal de Dios, los castigará; la ira de Dios recaerá sobre ellos y los maldecirá, y les tiene reservado el castigo del Infierno. ¡Qué horrible destino!
A Dios pertenecen los ejércitos de los cielos y de la Tierra. Dios es Poderoso, Sabio.
Te he enviado [¡Oh, Muhámmad!] como testigo [de la unicidad divina], albriciador y amonestador,
para que creáis en Dios y en Su Mensajero, asistáis y honréis [al Profeta], y glorifiquéis [a Dios] por la mañana y por la tarde.
Quienes te juran fidelidad en realidad están jurando fidelidad a Dios, pues la mano de Dios está sobre sus manos. Quien no cumpla con el juramento solo se perjudicará a sí mismo; en cambio, quien respete lo pactado con Dios recibirá una recompensa grandiosa.
[¡Oh, Muhámmad!] Los beduinos que no participaron [del viaje a La Meca y del pacto de Hudaibiiah] dirán: “Nos mantuvieron ocupados nuestros bienes materiales y nuestras familias, pídele a Dios que nos perdone”. Pero solo dicen con sus lenguas lo que no sienten sus corazones. Diles: “Si Dios quisiera perjudicarles o beneficiarles, nadie podría impedirlo. Dios sabe lo que hacéis”.
Creyeron que el Mensajero y los creyentes jamás regresarían a sus familias. Eso es lo que el demonio infundió en sus corazones, y por eso pensaron mal. Son gente que se ha arruinado a sí misma.
Quien no crea en Dios y en Su Mensajero sepa que el castigo del Infierno está reservado para los incrédulos.
A Dios pertenece el reino de los cielos y de la Tierra, perdona a quien Él quiere y castiga a quien Él quiere. Dios es Absolvedor, Misericordioso.
Cuando salgan en busca del botín, quienes no participaron [de la expedición a La Meca] dirán: “Dejadnos participar de la expedición”. Pretenden cambiar el designio de Dios. Diles [¡Oh, Muhámmad!]: “No participaréis de ella, pues así lo ha decretado Dios”. Entonces responderán: “En realidad nos tienen envidia”, pero es poco lo que comprenden.
Diles a los beduinos que no participaron [en la expedición a La Meca]: “Se os convocará para luchar contra un pueblo militarmente poderoso, puede que combatan o que ellos se rindan. Si obedecen, Dios os concederá una bella recompensa. Pero si desertáis, como lo hicisteis anteriormente, os dará un castigo doloroso [en el más allá]”.
No hay nada que reprochar al ciego, al lisiado y al enfermo [que no participan en las expediciones militares]. Quien obedezca a Dios y a Su Mensajero, Él lo introducirá en jardines por donde corren ríos. Pero a quien deserte, Dios le dará un castigo doloroso.
Dios quedó complacido con los creyentes cuando te juraron fidelidad bajo el árbol. [Él] sabía [la fe] que había en sus corazones e hizo descender el sosiego sobre ellos y los recompensó con una victoria cercana,
donde obtuvieron un botín cuantioso. Dios es Poderoso, Sabio.
Dios os ha prometido que obtendréis muchos botines, y por eso os adelantó este [en Jaibar]. [Él] os ha protegido de las manos [opresoras] de alguna gente para que seáis vosotros un signo para los creyentes, yos guiará por el sendero recto.
Y [también os ha prometido] otras victorias que no tienen capacidad de conseguir, pero que Dios os tiene reservadas. Dios tiene poder sobre todas las cosas.
Sabed que aun cuando los que se negaron a creer les hubieran combatido [en Hudaibiiah], habrían huido vencidos, pues no hubieran encontrado quién les protegiera ni los defendiera.
Ese es el proceder de Dios que ha regido siempre en el pasado [de socorrer a los creyentes]. No encontrarás que el proceder de Dios cambie.
Él es Quien os protegió de las manos de vuestros enemigos y los protegió a ellos de vuestras manos en el valle de La Meca, después de haberos dado la victoria sobre ellos. Dios vio lo que hicisteis.
Ellos son los que se negaron a creer y no os dejaron llegar a la Mezquita Sagrada, impidiendo que los animales [que llevaban para sacrificarlos como ofrenda en La Meca] llegaran a su destino. De no haber sido porque podrían haber cometido un grave pecado si atacaban La Meca, matando o hiriendo sin darse cuenta a algunos hombres y mujeres creyentes que no conocían y que habitaban en ella, Dios se los habría permitido. Dios alcanza con Su misericordia a quien Él quiere. Si les hubiera sido posible diferenciarlos unos de otros, les habríamos hecho infligir un castigo doloroso a los que se negaron a creer.
Cuando los que se negaron a creer cerraron sus corazones con una arrogancia similar a la de la época de la ignorancia [previa al Islam], Dios hizo descender el sosiego sobre Su Mensajero y sobre los creyentes, y los hizo mantenerse leales al compromiso, pues eran los más merecedores y los más dignos de él. Dios lo sabe todo.
Dios hará realidad la visión que tuvo Su Mensajero [en sueños] y vosotros entraréis en la Mezquita Sagrada, si Dios quiere, algunos con las cabezas rasuradas y otros con el cabello recortado, sin temer absolutamente nada. Dios sabe lo que vosotros ignoráis. Él os concederá, además, una victoria cercana.
Él es Quien os envió a Su Mensajero con la guía y la práctica de adoración verdadera, para que prevalezca sobre todas las demás. Dios es suficiente como testigo.
Muhámmad es el Mensajero de Dios. [Los creyentes] que están con él son severos con los que se niegan a creer, pero misericordiosos entre ellos. Los verás [rezando] inclinados y prosternados, anhelando alcanzar la misericordia de Dios y Su complacencia. En sus rostros se encuentran las huellas de la prosternación. Así fueron descritos en la Torá; mientras que en el Evangelio se los compara con una semilla que germina, brota, se fortalece, cobra grosor y se afirma en su tallo, causando alegría a los sembradores. Para que se indignen los que se niegan a creer. A los que crean y obren rectamente, Dios les ha prometido el perdón y una recompensa grandiosa.